La exfoliación es un paso clave para mantener la piel sana y radiante. Ayuda a eliminar células muertas, refinar la textura, desobstruir poros y mejorar la absorción de los tratamientos que aplicas después. El resultado: una piel más lisa, luminosa y con mejor respuesta a tu rutina facial.
Existen exfoliantes suaves y eficaces para distintos tipos de piel, incluso las más sensibles. Usarlos con regularidad activa la renovación celular y devuelve frescura al rostro, mejorando tanto su aspecto como su tacto. Es el gesto que marca la diferencia entre una piel apagada… y una que respira.
No todos los exfoliantes son iguales. Las fórmulas actuales combinan agentes físicos o químicos con ingredientes calmantes e hidratantes, para ofrecer una experiencia efectiva pero respetuosa. Así, puedes limpiar en profundidad sin comprometer la barrera cutánea.
Incluir un exfoliante adecuado en tu rutina semanal ayuda a prevenir imperfecciones, mejorar el tono y potenciar el efecto de cremas, sérums y tratamientos específicos. Una piel renovada no solo se ve mejor: también se siente mejor.